martes, 30 de octubre de 2012

La sirena de Espasante

 Mi querida Chus, me envía un correo y me dice así:

"Querida Aldabra, esta mañana, robandole unos minutos al día me puse a bucear en la red, buscando cierta información y acabe en un blog maravilloso, y al pasearme por él encontré una entrada merecedora de un hueco en tu blog. Te mando el enlace y espero que la disfrutes como la he disfrutado yo.
Besiños y hasta pronto, Chus."

Muchísimas gracias, Chus, por el regalo y por acordarte de mí.

La historia

Contaba una vecina que hubo en esta casa hace años, Dora de Espasante, una de las historias más hermosas que yo nunca antes escuché. A ella se la contara su abuelo, y a éste el suyo, por lo que no sé muy bien cuando ocurrió.
Fue en el puerto de Espasante, que había un marinero, trabajador como pocos pero que en los últimos tiempos no tenía buenas mareas. Echara las redes donde las echara, no llenaba sus aparejos como los demás.
En una tarde cálida del verano, salió al mar en su lancha con la brisa dándole en la cara. De repente, el cielo se cubrió de nubes grises que no tardaron en descargar sus barrigas. La lluvia era espesa y no dejaba ver el rumbo por lo que el marinero procuró no separarse de la costa. Aminando la tormenta, entre la claridad, comenzó a escuchar a lo lejos y de manera tenue una voz dulce y cadenciosa que cantaba. El marinero agarró los remos y bogó con todas sus fuerzas hasta el canto. Pudo ver una de las rocas del Picón rodeada de peces y, sentada en ella, una sirena peinando su largo cabello de azabache. Tenía el cuerpo blanco y redondeado como la espuma de las olas del mar. De cintura para arriba ofrecía sus pechos al sol y de cintura para abajo una cola cubierta de plateadas escamas. Miró hacia el marinero desde los profundos ojos azules y el marinero se quedó prendado; nunca más se separó de ella. Peces no le volvieron a faltar ni unos brazos cariñosos que lo abrazasen.
En el puerto nadie supo que pasara. El marinero nunca volvió. Su lancha se encontró destrozada en los acantilados de Loiba.
A partir de aquel día dice que aparecieron dos rocas nuevas en el Picón. Hay quien jura que son el marinero y la sirena que en los cálidos rayos de sol de verano se pueden ver sentados a entonar su canción.

Marinero de Espasante
cuando salgas a trabajar
cuídate bien de las sirenas
que estén a acechar.

No confíes marinero,
en estos instantes de claridad
puede que alguna sirena
el alma te venga a robar.

O conto

Contaba unha veciña que houbo nesta casa hai anos, Dora de Espasante, unha das historias máis fermosas que eu nunca tivera escoitado. A ela contáralla o seu avó e a este o seu, polo que non sei moi ben cando ocorreu.

Foi no Porto de Espasante que había un mariñeiro, traballador coma poucos pero que nos últimos tempos non tiña boas mareas. Largara onde largara non enchía o aparello como os máis.

Nunha tarde cálida de verán, saíu ao mar na súa lancha coa brisa dándolle na cara. De súpeto, o ceo cubriuse de nubes pedresas que non tardaron en descargar os seus bandullos. A chuvia era mesta e non deixaba ver rumbo polo que o mariñeiro procurou non se afastar da costa. Amainando a treboada, entre a loaira, comezou a escoitar ao lonxe e de xeito feble unha voz doce e cadenciosa que cantaba. O mariñeiro agarrou os remos e vogou con tódalas súas forzas ata o canto. Puido ver unha das rochas do Picón arrodeada de peixes e, sentada nela, unha serea a peitear o seu longo cabelo de acibeche. Tiña o corpo branco e arredondado coma a escuma das ondas do mar. Do vao arriba ofrecía os seus peitos ao sol e do embigo abaixo unha cola cuberta de prateadas escamas. Fitou para el dende os profundos ollos azuis e o mariñeiro quedou engaiolado; nunca máis dela se separou. Peixe non lle volveu faltar nin uns brazos agarimosos que o apertasen.

No Porto ninguén soubo que pasara. O mariñeiro nunca volveu. A súa lancha atopouse escachada nos cantís de Loiba.

A partires daquel día disque apareceron dúas rochas novas no Picón. Hai quen xura que son o mariñeiro e a serea que nas cálidas loairas de verán pódense ver sentados a entoar a súa cantiga:

Mariñeiro de Espasante
cando saias faenar
cóidate ben das sereas
que estean a alucar.
 
Non confíes mariñeiro,
nestes intres de loaira
poida que algunha serea
veña te roubar a alma
.


domingo, 21 de octubre de 2012

La sirena de la crisis



Hoy voy a dejaros una sirena que está de actualidad: La sirena de la crisis.

Esta sirena me la envió por correo Rita Vega, una mujer mexicana que pinta como los ángeles. Y si creéis que exagero, juzgar vosotros mismos, fijáos en estos dibujos. Y si todavía queréis ver más, pinchar en el enlace de su nombre.



Muchísimas gracias, Rita.
Biquiños,

viernes, 12 de octubre de 2012

Sirenas de Lorena Mellado



Lorena Mellado, desde Chile, me envía una magníficas sirenas, con un correo que dice así:
“Hola Aldabra, encontré tu blog por casualidad y me parece lindísimo, ya que me gusta la fantasía y las hadas.
Te mando tres sirenas de mi autoría para que la agregues a tu blog y además puedas visitar mis enlaces; yo ya te agrego.-

http://enlatierradelashadas.blogspot.com/

Saludos y espero que te gusten.”

 Muchísimas gracias, Lorena, por este regalo estupendo, que ha viajado desde tan lejos.


martes, 2 de octubre de 2012

Sireno entre sirenas



Claro que sí, Mavi, claro que sí. Tú sí que sabes. Que ya iba siendo hora que apareciera un nuevo sireno para mis sirenitas. Pero tú verás la que se va a montar cuando aparezca. Verás, verás, ya te contaré.

biquiños,

y mil gracias.